miércoles, 1 de febrero de 2012

El Verdadero Amor.

Por Iván Lavin.

Conozco dos conceptos de amor: el amor trágico y el amor verdadero.  El primero realmente es un ego con disfraz de amor  ya que busca recibir y por eso es tan triste, si realmente amara daría feliz sin buscar recibir pues el verdadero amor ya lo tiene todo y sólo da luz a los que no ven. Si alguna vez Cristo sonrió en la cruz eso fue realmente amor.
Aunque sea por un segundo tú alguna vez ya amaste realmente. ¿Recuerdas como te sentías?, no existía el miedo ni el dolor, el tiempo ya no tenia sentido. Simple como la vida era la felicidad. Sin embargo lo que después te hacia sufrir era el ego, esas ganas por tener, por quitar, pues pensamos que el amor es algo que se puede arrebatar. El amor ya nació con nosotros, dentro de nosotros y por eso somos capaces de tenerlo y darlo infinitamente, esto es algo que la humanidad no ha podido aprender. El amor esta adentro no afuera.
En todo nuestra historia del arte somos testigos del amor trágico, de alguna manera nos atrae el sufrimiento, un masoquismo como reafirmación de un “yo” construido por el ego. Luego pensamos que estamos dando cuando en lo más profundo lo que deseamos es recibir. Y así cuando nos pensamos sufriendo nos atrae  nuestra imagen como si quisiéramos una estatua de nuestro dolor. Un mártir en esencia esta confundido pues no se ama así mismo, pero está orgulloso de su acción, pensando que se está entregando, subconscientemente buscará la venganza por ser victima del “amor”, ya que no se está amando así mismo y es una contradicción amar y  odiarse,  pues amar al otro siempre demostrará que nosotros nos amamos.
Por eso sólo los “mártires felices” (válgame la contradicción) serán los que realmente amen, su amor los salva de todo sufrimiento olvidando toda “justicia” del ego. El verdadero amor es la justicia divina y como dijo Nietzsche “Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal.”El amor es otra dimensión que no tiene nada que ver con lo que nosotros fabricamos en esta vida, por eso muchas veces parece incomprensible para los ciegos que no aman,. Pero todos de alguna forma ya lo intuimos  pues está en nuestro ser. Aunque que nuestros miedos nos confunden, miedos que en el fondo son sólo una ilusión.
Me sorprende como nos defendemos del amor, como si fuera algo extraño en nosotros, esa percepción del que ama sufre nos ha tenido escondidos a todos. El que ama no puede sufrir ni ahora ni después pues el amor es un estado eterno y completo. Nuestra imperfección nos hace creer que lo perfecto es imperfecto, únicamente hay que vernos de espíritu hacia afuera y no al revés, para darnos cuenta de esto. Es claro que si amamos equivocadamente vamos a sufrir. Amar es lo mas sencillo de la vida, (basta quitar las barreras con  fe), lo complicado es el ego, la mentira, pero lo sencillo es lo inmovible la verdad, el amor.
Del amor se habla mucho pero no se practica, pues hacemos uso equivocado de esa palabra, hemos creado un reino basado en egoísmos y seguridades, incluso creamos un amor-ego  al decir que amamos a uno pero al otro no, esta simple necedad es la causa de las guerras, “amor” en forma de justicia humana. Como ya mencione  el amor verdadero es  total y por eso justo. El ego lo creamos nosotros como defensa a nuestra incertidumbre pero el amor que fue creado por nuestro Ser Superior que todo ya lo sabe.
Y claro que eso de amar a todos es para el ego muy difícil de comprender y mucho más de realizar pero sólo aquí se encuentra nuestra verdadera salvación y camino. Tu en lo profundo de tu ser  ya  sabes esto, es una respuesta que esta justo enfrente de tu corazón. Que no te asuste el  que no exista otra opción, pues al entrar en el amor ya no buscaras más respuestas, entra en tu origen y descubre tu eternidad. Cierra los ojos y ama pues los que aman son los merecedores de la verdad.
Dedicado a mí guía, mi Madre.

lunes, 16 de enero de 2012

Cuántica posmoderna.


Me han dicho en días anteriores que la mejor manera de iniciar la escritura, es dejar que la pluma fluya en espasmos cuánticos e involuntarios...

...he dado ya el primer paso, y me pregunto ahora: ¿qué es lo que voy a escribir? ¿qué tema voy a tocar hoy y por qué lo quiero tratar? Mientras contemplo y me pongo de acuerdo conmigo mismo, acomodo mis ideas, afino mi vista y aguzo mis oídos al estridente tráfico de Tlalpan y Churubusco, pienso en las posibilidades que la escritura me brinda y mientras esto ocurre, nuevas preguntas fugaces se incrustan como flechas entre mis cejas: ¿realmente necesita la expresión artística de un por qué? ¿no es acaso la época posmoderna la antesala del quebrantamiento de los límites, de la revolución de los paradigmas y de los clichés? ¿cuánto tiempo pasará antes de que la profundidad simbólica de la expresión vuelva a su canal de transmisión de mensajes de inmesurada profundidad? ¿o será que utilizar la agudeza humana para reconocer y analizar los sentimientos y plasmarlos en un papel, en un escenario o en un lienzo, ha perdido el sentido y carece de una orientación adecuada? ¿dónde ha quedado la síntesis, ha sido acaso sustituida por un amplio espectro de banalidad indiscriminada?

La realidad es que la raza humana ha alcanzado un punto de anclaje globalizado, en donde la expresión se ha convertido en una mina de entretenimiento, en una masificación desmedida de los egos que carece de fundamento. Durante el cambio y la flexión de las hojas en donde está escrita la historia de nuestros egos elevados, la trabsformación del arte ha sido presa del arrastre humano, y el imaginario, lentamente, se ha desplomado ante nuestros ojos. Referente a lo anterior, y de frente a nosotros, se encuentra  el vil acontecimiento de la producción en masa del arte mismo, que indefenso, se haya varado en un pasillo estrecho e infinito que carece de dirección y de argumento. La energía insuflada deliberadamente a nivel monetario y burocrático en la tarea de masificación del arte, se ha convertido en una odisea de entrañas malignas que carcome día con día su espíritu, dejando a un lado su objetivo fundamental como herramienta de progreso y lo ha convertido así en una víctima más de las injusticias capitales y occidentalizadas de nuestra época. Mencionado esto me atañen preguntas importantes: ¿para qué escribir entonces? ¿tiene caso alguno intentar expresarme, cuando deliberadamente sé que mi falta de voz nunca será escuchada? ¿para qué escribir cuando el objetivo primordial de la expresión se encuentra nadando en medio de un océano turbio, plagado de feroces bestias que acechan para coartarlo y hundirlo en muerte hasta el oscuro profundo?

Encontrar una respuesta a estas preguntas que van de la mano con la problemática social de la actualidad, aparenta ser una tarea interminable y llena de espacios vacíos por los que la información se filtra día con día, minuto a minuto. Una manera inteligente -tal vez- sería observar y analizar concienzudamente los discursos y los por qués de algunos de los grandes escritores que se han dedicado a obsequiarnos textos de un importante valor simbólico y social con el paso de los tiempos; textos que han cambiado el rumbo de las cosas, que han movido masas y que han mordido ampliamente a la gigantesca mano que los alimenta. Es evidente que estos escritores tenían una idea muy clara con respecto al “para qué” de su escritura; la razón por la que sus plumas se dejaban arrastrar por su imaginación, el sentido en el que su raciocinio era empujado hasta su máxima expresión, llevándonos entre los misteriosos laberintos del autoconocimiento a través de sus palabras. Mi veredicto es que la medida en la que somos humanos, es una gruesa línea que se dibuja entre el mundo real y lo que está allá afuera: la imaginación, las hipótesis universales, las ciencias, el conocimiento, la razón, la persecución de lo desconocido, y sobre todo, la imagen poética, esa que endulza nuestras vidas con sus fantasmas mientras interrumpimos nuestro incorruptible estado de realidad. Todas esas ramas del sentir humano, forman parte de la gran caja de herramientas que se nos ha sido otorgada para lograr nuestra expresión, nuestra propia comunicación. Necesitamos hacer uso correcto de estas capacidades; debemos preguntarnos, ser curiosos, tendríamos que optar por el camino por el que nos conduzca el viento de nuestro aliento vital, y no dejarlo morir entre la morcilla de nuestra necedad. Deberíamos buscar conocer el lugar que ocupamos en el universo.

Pienso que la razón cósmica de la escritura, radica en la inexistencia de la telepatía: al pensar, estoy sintiendo y al sentir, puedo saber que estoy vivo y que soy consciente de estarlo. Para mí la escritura es la manera más elevada y complicada de la comunicación; llena de rincones que explorar en el nivel cuántico de la psique, las posibilidades son infinitas, situación que las presenta a nuestras manos como una gama de colores, texturas y sabores que nos plantan en un punto de autocomprensión, aquel que redunda en lo universal, volviéndonos capaces de observar la paleta de colores de la inmesidad. Hablar de la infinidad de las posibilidades, me lleva a pensar en el objetivo del artista. Todo artista está determinado a comunicar mensajes; la importancia de los mismos radica -nada más- en el subjetivismo: ningún mensaje carece de importancia ante otro, todo mensaje es equivalente, equidistante. El común denominador entre los artistas es -desde mi punto de vista- la capacidad de creación, las ganas de comunicar lo que se siente, lo que se piensa. Determinado el momento (inciciáticamente), el artista elige un tema, un valor humano, una vieja calamidad, un punto meramente personal que es transmitido a través de ideas que pretenden fungir como portadoras de información. La información fluye a través de las redes de la conciencia y nos envuelve en la divinidad de la creación para hacernos reflexionar.

Rodolfo García Portillo. 

sábado, 1 de octubre de 2011

Crear lo invisible sin frustrarse en el intento.


Por Ivan Lavin.
Al principio fue el silencio, luego Dios soltó un grito y nos creo, pero, ¿seremos una frustración para Dios? ¿Somos lo que Él imagino? Quizás nos olvidó como un artista olvida su obra avergonzado. Entonces nosotros tendremos que enfrentarnos a nuestra existencia, solos, abandonados, nos invade el terror del accidente, somos lo que salió y nadie esta ahí para hacerse responsable de nosotros, no lo sabemos, o tal vez nuestra ignorancia sea parte del plan perfecto del creador, no lo sabremos, así que dejemos ese tema aparte para enfocarnos en lo  que si sabemos, lo que Él nos heredó: nuestro instinto interminable para crear, el don. Somos parte de la cadena creadora y por eso creamos, la imaginación, esas imágenes sin tiempo, la imaginación, el recuerdo  de nuestra alma y el hogar de nuestros deseos, la fuente de todo. De lo imaginado a lo real no hay un sólo paso, hay todo un camino doloroso y bien el hombre puede desgarrar su cuerpo en el despiadado intento por  formar las imágenes que nacen de lo profundo de su corazón. Cuando cerramos los ojos el mundo es el de  las imágenes libres y ciertas, que caro hay que pagar el materializarlas, pero por naturaleza sabemos que imaginar sin voluntad, es decir, sin crear, es inútil, los demás no pueden ver nuestra imaginación por eso es necesario  compartirla por medio de la acción, entonces pensemos para que existimos: crear y compartir, imaginar y amar. Realizarnos.
Sin cuerpo no hay expresión, el cuerpo es la herramienta de nuestra fantasía, pero también puede ser su barrera, la imaginación  suele ser muy exigente para nuestro cuerpo  limitado, entonces  se sueltan batallas, alma y cuerpo buscan cada quien su placer  donde o vence  el agotamiento físico  o bien gana el arte y el ciclo de la creación al fin se cierra. Entre más profundo sea el artista más riesgo tiene a frustrase, por que  es más noble su intención y difícil su expresión. Bien podría ser que lo que imaginaron los grandes artistas jamás lo lograron (se dice que las mejores obras del mundo fueron creadas sólo en la mente, que las que existen son sólo la sombra de algo mas bello), pero en el intento está la esperanza, el artista no  debe rendirse  en su misión por que si no se lo lleva la nada.
Analizaremos a continuación a un artista y su proceso de creación sin ignorar el dolor del parto.
Este artista se levanta muy temprano y con mucha energía inyectada por la tormenta de imágenes de sus sueños, pareciera que acaba de nacer y tiene todo un mundo por crear, posibilidades  infinitas en el mapa, pero solo seguirá el camino  de su única voluntad espiritual.  Bueno cómo empezar, tiene el sabor en la boca, la fragancia dentro de su piel, y quiere expresarlo ¡necesita expresarlo! es optimista, piensa que saldrá todo fácil, como si sólo bastara con dejar guiar su mano por una fuerza divina, empieza con calma, varios intentos, no se desespera aun, confía en si mismo, respira, no quiere descansar, siente que  se ahoga en la vida si descansa, por eso se mete a su cuerpo para sacar algo nuevo, y trabaja, pero, lenta sorpresa, lo que vio su alma no esta frente sus ojos, simplemente no es lo que esperaba y qué torpe se siente, sus manos se mueven pero no hay ritmo , ¡¿Por qué?! Grita, pero quién lo manda a crear lo imposible, ¿Por qué será él el que tenga estas visiones que no  se pueden realizar? (este es un artista que tiene que hacer lo que quiere y no lo que le sale) entonces puede venir una crisis, el odio del creador ante su inacabada obra, el aborto, tiene el impulso de destruir su trabajo, ese instinto de amor se convierte en odio con la misma fuerza pero en dirección al caos. Qué triste es escuchar los quejidos de un artista mudo, llora sin lágrimas, ¿què hacer? Ni modo que se destruya a sí mismo,  está cansado, prefiere descansar en la nada antes de vivir en un mundo no realizado, él a veces maldice su misión, su responsabilidad  y no puede escapar de su destino, cierra los ojos y trata de relajarse  pero su corazón aún tiembla, su cuerpo es el único que se ha rendido, luego piensa en dos caminos:   el de traicionar su esencia e irse a la comodidad del olvido; disfrazar la frustración, se anestesia, o aquél en el que  engaña  a su alma, conformarse, su deseo por aceptarse lo vuelve mentiroso, entonces dice que su obra está bien, que está satisfecho con el resultado, que por fin la ha terminado, pero no estará tranquilo jamás, ni podrá verla a los ojos , por que siempre vivirá una voz en él que le diga que esto no es lo que él  deseaba.
Si el artista logra ignorar estas dos opciones (como pruebas) entonces se demuestra lo comprometido que está, no se resigna, sigue ahí, por orgullo o por capricho por lo que sea pero esta ahí, no le sale nada, pero sigue, está loco, ya no siente su cuerpo, ya está muy lejos de aquí, dar lo que él tiene o morir, perseverancia. Entonces  de repente un segundo sin saber por que todo cambia, hay una revelación en su obra, todo cuadra, encontró el color que buscaba, el sonido que deseaba, la imagen que veía sin cesar, pareciera un milagro, su obra de arte ya tiene un camino, ya lo ha encontrado, los dioses se apiadan de él, ¡por fin! ya solo hay que terminarlo, los últimos toques, ya puede descansar pero sigue observando, aún hay posibilidad de caos, el artista no es libre mientras no termine su obra , al final lo logra, y la ve con dignidad y orgullo, ya está hecho, luego dice: “esto ya no es mío, es para los demás, ¡me he expresado! ahora mi obra pude decir su primera palabra, solamente una madre al ver al hijo recién nacido podrá entender este sentimiento, cuando sabe que el dolor se fue, que ya no importa que jamás existió,  que valió la pena luchar.”